Improvisación, falta de recursos, fallas en servicios básicos como Internet y electricidad, salarios ínfimos, así como deficiencias tanto en docentes como en alumnos, han marcado el transcurso del año escolar.
Desde
la llegada del covid-19 al país, escuelas, colegios y universidades se vieron
forzados a cerrar sus puertas. Los docentes y padres se las ingeniaron para
concluir un segundo lapso e iniciar el tercero con mucha incertidumbre e improvisación
a distancia. En este nuevo año, aún en pandemia, el panorama de este nuevo año
escolar 2020-2021 no es muy distinto al de hace seis meses, incluso podría ser
peor: la deficiencia en los servicios básicos (electricidad e Internet), la
falta de recursos o dispositivos tecnológicos en los hogares, el aumento de la
deserción escolar y las deficiencias que muchos estudiantes arrastran para este
nuevo año suponen un gran reto para el sistema educativo venezolano, en crisis
desde hace años.
Aunque
este nuevo año escolar se inició de manera virtual, aún no se sabe qué ocurrirá
en unos meses. El pasado 21 de agosto, el presidente Nicolás Maduro planeó un regreso a clases parcialmente
presencial a partir de octubre, propuesta que rechazaron tanto educadores como
padres debido a que los casos de contagios diarios de covid-19 en el país no
descienden, solo aumentan. Dos días después informó en el programa Aquí
con Ernesto Villegas que se realizaría una encuesta para conocer la
opinión de los venezolanos sobre el regreso a clases de manera presencial, y
aclaró que se podría hacer un ensayo para una dinámica mixta, que combinará las
clases presenciales con la educación a distancia.
Finalmente,
el 13 de septiembre el presidente Maduro anunció que el regreso a clases no
sería presencial. En una transmisión por VTV desde Miraflores, informó que tomó
la decisión luego de revisar los resultados de la encuesta realizada a maestros
y profesores, y tras “evaluar” las consecuencias del inicio de clases
presenciales en otros países. “Sin lugar a dudas, el regreso presencial a
clases no es favorable para el control de la pandemia. Por eso no hay regreso
presencial a clases en Venezuela y veremos si en enero de 2021 regresamos. He
decidido el no regreso presencial a clases”, dijo entonces.
Así,
sin certeza, con mucha improvisación y sin una política de Estado para atender
el tema de la educación en plena pandemia, el miércoles 16 de septiembre
comenzó el año escolar 2020-2021 a distancia. Una modalidad que no fue del todo
positiva para la gran mayoría de los estudiantes de educación básica y media de
Venezuela.
Cierre
virtual
En
marzo, cuando se conoció el primer caso de contagio de coronavirus en el país, los
centros educativos suspendieron sus actividades. En ese entonces, Delcy
Rodríguez aseguró que prepararían un plan especial para que el proceso
educativo continuara a distancia. Sin embargo, no fue así. Solo se implementó
el plan Cada familia una escuela, una serie de programas televisivos de
contenidos educativos que transmite VTV.
Por
su parte, cada escuela y docente intentó adaptar el programa escolar como pudo
para continuar con las actividades. Una maestra de la Escuela República
Bolivariana de Venezuela, en Coche, que prefirió no revelar su nombre, comenta
que cuando se suspendieron las clases, elaboró un plan con los temas del tercer
lapso y se los hizo llegar a los padres a través de Whatsapp. Sin embargo, no
todos los estudiantes cumplieron con las tareas, pues algunos no tenían
teléfonos inteligentes. En estos casos, los representantes iban a la escuela
para copiar las asignaturas que dejaban los maestros en una cartelera en el
portón de la institución. Luego debían armar un portafolio que, posteriormente,
entregaban a los docentes.
“Hubo
muchas deficiencias. Es un método dudoso porque muchas veces los papás eran los
que hacían los trabajos (…) Fue un fracaso total el año escolar”, dice la
maestra.
Para Olga Ramos, miembro de Asamblea de
Educación y una de las coordinadoras del Observatorio Educativo de Venezuela,
lo que se realizó en el país desde que comenzó la pandemia no puede ser
considerado ni educación a distancia ni educación en casa, pues, explica, cada
modalidad (radio, televisión o plataformas digitales) tiene un formato y una
lógica distinta. “Tienes que saber cuál es la peculiaridad de cada una, en
términos de las estrategias y si tienes algo multiestrategia tienes que
diseñarla bien. Lo que vivimos no fue educación a distancia, en ninguna de sus
versiones, porque cuando comenzó la instrumentación le lanzaron la
responsabilidad a las familias. Digo le lanzaron porque no es que se pensó un
diseño mixto entre educación a distancia y en casa. Si iba a ser una mezcla,
debía tener las características y los materiales que permitieran que las
familias hicieran su trabajo”, indica.
En
el mismo sentido, Ramos destaca que uno de los errores en el proceso, además
del diseño de las estrategias, fue dejar toda la responsabilidad a los padres,
quienes, en algunos casos, no tienen formación académica. “Tenemos muchas
familias con deficiencias importantes en el proceso educativo, tenemos personas
que son analfabetas. No puedes dejarle la responsabilidad de administrar un programa
que tiene un componente de educación en casa a quienes no tuvieron formación,
porque no saben lo que tienen que enseñar ni cómo hacerlo. No es soplar y hacer
botellas”, añade.
Ramos
explica que cuando empezó la pandemia lo ideal era establecer un período de
transición, en el que los estudiantes repasaran temas del segundo lapso,
mientras el Ministerio de Educación diseñaba un plan que se ajustara a las
necesidades de cada institución para continuar con el proceso educativo y
extender el año escolar mientras se hacían estos ajustes. “Aquí nunca hemos
extendido el año escolar más allá del 31 de julio porque hay una creencia que
dice que se debe terminar en esa fecha”, dice.
En
Venezuela es difícil hablar de educación a distancia virtual cuando en el país
los servicios básicos como Internet y electricidad son deficientes, señala
Orlando Alzúru, presidente de la Federación Venezolana de Maestros.
Entre
mayo y abril, el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) realizó
una consulta sobre las fallas en el sistema de energía eléctrica en las
principales ciudades del país (Caracas, Valencia, Punto Fijo, Maracaibo,
Barinas, San Cristóbal, Ciudad Bolívar, Barcelona, Porlamar y Barquisimeto), el
cual determinó que 40,3% de los encuestados sufren interrupciones diarias
del servicio, incluso 23% señaló que las presenta varias veces al día.
Por su parte, otra consulta efectuada el año pasado por el OVSP, en la que participaron 6.193 personas, concluyó que 63% no tenía acceso a Internet. Este año, entre abril y mayo, otro estudio arrojó que 62,2% de los encuestados no contaba con un servicio con la suficiente capacidad para trabajar o estudiar a distancia. En septiembre, otro estudio determinó que solo 34% de las personas cuenta con acceso al servicio de Internet en el hogar.
Por estas razones, Alzuru considera que la educación virtual a distancia en Venezuela ha sido un fracaso. Además, destaca que en muchos casos ni maestros ni alumnos cuentan con las herramientas tecnológicas para continuar con el proceso educativo en casa. “Mientras esas fallas existan las educación a distancia será un fracaso porque el alumno no está aprendiendo y aun así lo estamos promoviendo a un grado superior sin tener las capacidades o los conocimientos suficientes para estar allí. Y esto que estamos cometiendo es una gran estafa”, indica.
Asimismo,
el presidente de la FVM considera que en el país muchos de los docentes no
cuentan con la capacitación tecnológica para adaptar el contenido que se ve en
el salón de clases a otras plataformas, por lo que necesitan formación en esta
área y no se les ha brindado.
Sobre
la calidad de la educación recibida a través de Cada familia una escuela,
Alzuru indicó que de acuerdo con una consulta realizada por la FVM, 98% de los
encuestados la calificaron “de regular a mala”. Agrega que para lograr el éxito
de este programa el Ejecutivo tiene que invertir en una plataforma que
garantice que cada alumno disponga de conexión a Internet para recibir las
guías y contenido educativo. “Mientras no se corrijan esas fallas ni se le
facilite al docente la oportunidad de tener una computadora o un celular
inteligente, se le imposibilita asumir la responsabilidad de una buena
educación”, considera.
En
el sector educativo privado la situación es diferente. Fausto Romeo, presidente
de la Asociación Nacional de Instituciones de Educación Privada (Andiep),
asegura que el proceso de educación a distancia fue exitoso y que llegó para
quedarse. “La educación a distancia es fundamental para mantener ese equilibrio
que se requiere como elemento de enseñanza. Nunca se podrá sustituir al
maestro, porque es fundamental, al igual que la educación presencial, pero la
educación a distancia es algo que se requiere para estar en todo el año
escolar”, señala.
Romeo
indica que el sector privado −que representa solo 20% del sistema educativo en
Venezuela, pues 80% restante está conformado por instituciones públicas− pudo
culminar el año escolar 2019-2020 sin mayores dificultades, más que el tema de
la velocidad del Internet y las fallas eléctricas. “Tenemos un promedio de
ancho de banda de 2 megabits, cuando lo normal en cualquier parte del mundo es
de 100. Hay que aumentar el ancho de banda. El que se quiere poner para las
escuelas es de 10 Mbps, indudablemente es mejor que 1 o 2. El problema está en
que si se va la luz desde las 7:00 am hasta las 7:00 pm, el estudiante
tendrá que descargar las tareas y enviarlas cuando llegue la luz”, dice.
Sobre
los recortes de electricidad que se realizan en algunos estados como parte del
plan de administración de cargas que se implementó en 2016, el presidente de
Andiep indica que se debe solicitar que no se realicen durante el día, para que
los alumnos puedan aprovechar el tiempo.
Un
error que se ha cometido en los últimos años, asegura Fausto Romeo, es que el
Estado en vez de dotar a las instituciones educativas de herramientas
tecnológicas como laptops y tablets las entregó directamente a los estudiantes.
“Si en un salón hay 30 muchachos, cada uno tiene su canaimita que podían llevar
y traer, pero al final del año escolar se quedaban en la institución y se les
hacía mantenimiento para que los estudiantes del nuevo curso las utilizaran.
Aquí las entregaron como una política de regalar, como siempre se ha hecho, y
ahora se están pagando las consecuencias”, lamenta.
Así
como en las instituciones públicas necesitan equipos, en el sector privado
también. Romeo indica que quieren recursos, pero pagando. Nada gratis.
“Necesitamos un financiamiento porque no vamos a tener capacidad de comprar 100
o 200 tabletas. Las podemos comprar, pero con apoyo del Estado”, afirma.
Regreso
a distancia
El
tiempo que se perdió de clases por fallas de Internet, electricidad y la falta
de equipos tecnológicos hace que en este nuevo año escolar muchos niños y jóvenes
comiencen con deficiencias. Este tiempo puede variar dependiendo de la zona del
país y la regularidad de los servicios. Por esto, antes de iniciar las
actividades, es necesario realizar una evaluación profunda de los conocimientos
adquiridos y las herramientas con las que cuentan tanto alumnos como maestros,
para así diseñar una estrategia que se adapte a la situación de cada uno e
implementar otras alternativas que no dependan de la televisión o la
conectividad.
“No
es fácil realizar una evaluación cuando tienes la imposibilidad de ir a la
escuela, pero la diseñas y la haces. No puedes arrancar el año escolar
suponiendo que el muchacho que pasaste de un grado a otro va a tener lo que
necesita para poder seguir, tienes que saber qué es lo que no aprendió. En ese
caso, tienes que hacer una evaluación y reprogramar lo que pasará en el año
escolar”, explica Olga Ramos.
Añade
que también es necesario evaluar a los docentes en dos aspectos: qué tanto
saben de educación a distancia y de lo que tienen que enseñar. Entonces hay un
problema que resolver, y para eso hay que evaluar a los docentes para
acompañarlos a mejorar porque no tuvieron la oportunidad de formarse”.
En
Fe y Alegría este nuevo año escolar comenzará con una evaluación para conocer
las debilidades y lo que se debe mejorar, formar a los docentes en educación a
distancia y realizar un diagnóstico para conocer las competencias de los niños
y las condiciones en las que pueden trabajar: con guías, a través de la radio,
en línea o aquellos que no tienen ningún tipo de recurso. “Comenzaremos con una
etapa que le llamamos ‘Nivelación y refuerzo’. No vamos a iniciar con el año
escolar, repasaremos saberes esenciales que se debieron alcanzar en el grado
anterior. Estamos apostando para que los estudiantes tengan un año en el que,
aún desde la distancia, puedan superar esas dificultades que tienen”, dice
Noelbis Aguilar, directora nacional del Programa Escuelas Fe y Alegría.
Para
este nuevo año escolar, Aguilar insiste en que es indispensable elaborar un
currículo que permita nivelar a todos los estudiantes que, por una u otra
razón, quedaron excluidos del sistema educativo por no tener recursos. “Creo
que no es un tema de tomar decisiones en cadena, porque no se les ofrece a las
familias más humildes condiciones para acompañarlas en una modalidad a
distancia. La televisión no llega a todas partes y no toda la población tiene
acceso a una, al igual que la radio y los pocos materiales impresos que hay. No
puedes garantizar un proyecto educativo con lo que humildemente una persona
tiene”, considera.
Otro
aspecto importante por tener en cuenta y que podría afectar este nuevo año
escolar es la falta de seguimiento por parte del Estado de lo aprendido por los
estudiantes en el grado anterior, si la educación que recibieron fue de calidad
o si la cobertura llegó a todos. “Este año se va a iniciar con mucha
incertidumbre porque al no haberse evaluado el año pasado, el Estado va a
continuar con el programa Cada familia una escuela. Pero para poder
llegar a la mayoría de los muchachos necesitas flexibilidad y diversas
modalidades porque no todos tienen los recursos”, explica. Además, agrega que
en las escuelas públicas del país desde hace años no se realizan pruebas para
medir la calidad y el impacto de la educación: “No sabemos realmente si hemos
aprendido más que el año pasado. En Fe y Alegría lo hacemos, pero si no hay una
medición oficial cómo se puede saber si los estudiantes mejoraron o están
estancados. Entonces no hay manera de saber si lo que se hará este año será
bueno o malo”.
Uno
de los retos de este inicio de clases es que cada docente tendrá un grupo de
alumnos nuevo, que traerán una serie de debilidades que ellos desconocen. Por
esto, en algunas escuelas se planteó que los maestros continúen con el mismo
curso al que le dieron clases en el trimestre anterior, para así ayudarlos con
las deficiencias que ya conocen.
Pero
Olga Ramos señala que esta medida también es cuestionable: “No le estás
avisando a los docentes con tiempo ni les estás dando materiales para que se
preparen. Si tienes cinco años dando segundo grado y te toca dar tercero, a lo
mejor no hay muchas diferencias, pero si pasas de tercero a cuarto ¿cómo lo vas
a hacer? Eso es un interruptor que se cambió. El docente que tiene toda su
planificación fundamentada en lo que se debe aprender en segundo grado no puede
empezar a dar tercero sin hacer modificaciones”.
Dos
dólares al mes
Aunque
comenzaron las clases, el Comando Regional Sindical de Educadores de Caracas
exhortó a los docentes a no reincorporarse a sus actividades debido a la falta
de condiciones y como medida de protesta para exigir mejoras salariales. Actualmente,
el sueldo de un maestro se ubica entre 1,84 y 2,11 dólares al mes,
aproximadamente.
“El
salario de los docentes no es suficiente para adquirir equipos de primera
generación que les facilite el trabajo de educación a distancia. No podemos
aceptar que algunos directores o jefes de zona obliguen a los docentes a
asistir a los centros educativos que no tienen condiciones sanitarias para
desde allí coordinar una educación a distancia”, dice Orlando Alzuru.
Es
importante acompañar y proteger a los maestros, considera Luisa Pernalete,
profesora del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín, de Fe y
Alegría. Esto se debe hacer, afirma, facilitando herramientas para reducir la
brecha tecnológica y con un salario que le permita cubrir sus necesidades
básicas, como establece el artículo 91 de la Constitución. “Con lo que gana un
maestro no se puede comprar un cuaderno empastado con un lápiz, mucho menos un
teléfono o pagar el servicio de datos. El maestro está dispuesto a trabajar,
pero necesita unas condiciones mínimas”, asegura.
Muchos
de los docentes no disponen de teléfonos inteligentes ni computadoras. Es la
situación de una maestra de la Escuela República Bolivariana de Venezuela, que
pidió no revelar su nombre. Para continuar con el año escolar anterior tuvo que
pedir un celular prestado. “Ni siquiera saco el teléfono a la calle porque no
es mío, tengo que cuidarlo más de lo normal”, afirma.
En
el caso de Fe y Alegría, Pernalete indica que para reducir la brecha
tecnológica realizaron un estudio para determinar la cantidad de docentes que
tenían acceso a herramientas como celulares inteligentes. “El año pasado cuando
vimos que solo 45% de nuestros docentes tenían teléfonos inteligentes, que fue
lo que usamos para bachillerato. Entonces comenzamos una campaña para
adquirirlos y asignarlos a las escuelas para que los maestros pudieran usarlos.
Por esto pudimos pasar de 43% de cobertura en abril a 91% en junio, duplicamos
el alcance haciendo de todo, monitoreando”.
No
hay condiciones
El
presidente Nicolás Maduro planteó que en enero de 2021 podrían empezar las
clases semipresenciales. Sin embargo, las instituciones educativas del Estado
no cuentan con las condiciones sanitarias para esa reincorporación. Y es que,
incluso, antes de que llegara la pandemia al país, las escuelas públicas no
disponían de las condiciones mínimas: agua y electricidad.
Olga
Ramos explica que solo para las actividades que deben hacer en las escuelas,
presencial o semipresencial, como la preparación del Programa de Alimentación
Escolar (PAE) y el intercambio de actividades y portafolios entre las familias
y los docentes, deben existir condiciones mínimas de bioseguridad. “Eso no se
resuelve con un pañito y un coleto. Tienes que desinfectar de verdad, que el
maestro que esté en esa escuela tenga la seguridad de que no se va a
contagiar”.
Asimismo,
indica que para un eventual regreso a clases se debe garantizar que todas las
escuelas dispongan de agua y electricidad. Para esto el Estado debe tener un
diagnóstico claro de las condiciones de cada institución en el país, y si hay
alguna que no cuenta con servicios, no puede iniciar sus actividades. “Si vas a
una escuela y logras la distancia social y la limpieza, pero los niños tienen
cosas tan naturales como las necesidades de ir al baño ¿cómo haces si no tienes
agua? ¿Agarras un tobo? No. Entonces, si en la zona no hay agua tienes que
garantizar un camión cisterna con la cantidad y la frecuencia que permita que
no falte ni un día”, agrega Ramos.
Otros
aspectos que también debe garantizar el Estado son el transporte, tanto para
docentes como para estudiantes; que las escuelas tengan la cantidad suficiente
de docentes para atender a los estudiantes y que haya PAE en todas las escuelas
y en todos los horarios en los que los estudiantes estarán en la institución.
“Un muchacho que está malnutrido no aprende igual; y si no tiene cómo
alimentarse en su casa, este programa funcionaba como un complemento para
garantizar los niveles de nutrición mínimos a los estudiantes. No es un regalo,
forma parte de la canasta educativa. Sin embargo, en Venezuela es un desastre
la instrumentación, incluso el contenido nutricional del plato no es el
adecuado”, indica.
Noelbis
Aguilar asegura que es necesario que el Estado se tome en serio el asunto del
regreso a clases y establezca una hoja de ruta con los pasos por seguir
para adecuar la infraestructura de cada institución a un retorno seguro, porque
las escuelas públicas y las familias no pueden asumir esos costos. “Se necesita
poner una batería de lavamanos en la entrada del colegio, algo muy estético con
el respectivo distanciamiento, también hay que comprar una alfombra, poner toda
la señalización, adaptar las mesas o pupitres al distanciamiento, se deben
tener, además, suficientes recursos porque los niños no pueden compartir los
útiles”, dice la directora nacional del Programa Escuelas Fe y Alegría en
Venezuela. Agrega que también se debe garantizar la conectividad y reactivar la
entrega de dispositivos tecnológicos en los centros educativos.
“Si
el Estado no asume las riendas de esto de manera responsable, buscando los
financiamientos que se requieren para invertir en educación, creo que si
regresamos a clases lo haremos en un contexto de alto riesgo”, advierte.
Por
su parte, Orlando Alzuru, presidente de la Federación Venezolana de Maestros,
indicó que hace dos años la FVM le propuso al Ministerio de Educación un plan
llamado Adopta una escuela, el cual incorporaría a la empresa privada en la
educación para ayudar a las escuelas a mejorar su infraestructura. Sin embargo,
no obtuvieron respuesta. “Eso fue hace tiempo, cuando todavía quedaban
empresas. Ahora tendríamos que esperar que se recupere el parque industrial
para que empezar un programa de esa naturaleza”, asegura.
Sobre
un eventual regreso a clases semipresencial, Fausto Romeo y Luisa Pernalete
coinciden en que debe haber un protocolo descentralizado para que cada centro
educativo pueda reiniciar las actividades, dependiendo de sus condiciones de
infraestructura y de la situación o número de contagios que haya en el
municipio o parroquia en el que está ubicada la institución. “Cada colegio
debería tener la capacidad de hacer su propio plan con diversos escenarios,
porque pueden cambiar”, dice el presidente de Andiep.
Romeo
indica que en estos protocolos semipresenciales se deben definir los espacios
de atención a los estudiantes, la cantidad de alumnos y los docentes que están
en condiciones de hacerlo. “Si en un salón hay 30 estudiantes, no significa que
todos deben ir a la clase. No. Esto debe ser de acuerdo con sus necesidades, si
hay una cantidad de muchachos que tienen inquietudes en matemáticas, van un día
para aclarar dudas con el profesor”, añade.
Con
respecto a la cantidad de horas que deberán invertir los docentes, tanto a
distancia como semipresencial, Olga Ramos cree que se debe diseñar un plan para
definir la estrategia que se utilizará, pues en muchas instituciones no hay la
cantidad suficiente de maestros para atender a todos los estudiantes. “Si
tienes un docente que atiende tres grupos y tiene que repetir las actividades
tres veces, puede reprogramarlas para que sean sutilmente distintas, pero es el
mismo proceso; además, tiene que acompañar de la manera más personalizada
posible al estudiante. La pregunta es ¿hay docentes que tengan 500 horas al
día? Porque si debes atender a los estudiante con más detalle y, además, ir a
la escuela ¿cuál es la cantidad de horas de contratación que necesita tener
para cumplir con todo eso? Son preguntas que no se ha hecho casi nadie”,
afirma.
Sin
embargo, mientras que continúen las actividades a distancia Pernalete
recomienda a los padres y maestros no descuidar el acompañamiento afectivo, además
de reforzar saberes esenciales. “Cuando hay un período largo sin clases, porque
hubo algún desastre o vacaciones largas, hay un desaprendizaje, sobre todo en
matemática y en lectura. Por eso le recomendaba a las mamás no que le asignaran
a los niños tareas en vacaciones, pero sí que de vez en cuando le pusieran
algunas palabras claves en partes de la casa para que las asociaran con algunos
elementos del hogar y el niño repasara sin darse cuenta”, recomienda.
La
profesora del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín de Fe y Alegría
recuerda un caso de una maestra que comenta con satisfacción. Ella llamaba a
sus estudiantes con frecuencia para saber cómo estaban y, a veces, para hablar
de las tareas. Así los niños también empezaron a comunicarse con la docente
para contarle qué habían hecho. “Al principio, los niños se asustaban, pero no,
no era para preguntarles la tabla de multiplicación, era para saber cómo
estaban. He leído que cuando hay lazo afectivo es difícil que el niño o el
adolescente abandonen los estudios, por esto es tan importante mantenerlo”,
explica.
Regresar
a clases en este nuevo año escolar, con pandemia o sin ella, supone un reto
para los centros educativos en el país. Hasta el momento no hay una política
pública clara y efectiva por parte del Estado para mejorar las condiciones
laborales de los docentes, así como la de servicios básicos y de
infraestructura de las escuelas. Mientras tanto, padres y maestros intentan
acompañar a los niños en su proceso formativo con muchas deficiencia y que
tendrá sus consecuencias. “En situaciones de emergencia hay que tomar medidas
extraordinarias, pero no deben ser improvisadas”, asegura Ramos.
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